Olive Smith es una doctoranda de tercer año que no cree en las relaciones amorosas duraderas, pero su mejor amiga, Ahn, sí, y por eso Olive se ha metido en un lío monumental. A Ahn le gusta el exnovio de Olive, pero jamás daría el primer paso porque es una buena amiga. A Olive no le va a resultar nada fácil convencerla de que ha pasado página, puesto que los científicos necesitan pruebas. Por eso, como cualquier mujer con un mínimo de amor propio, se deja llevar por el pánico y besa al primer hombre con el que se encuentra para que Ahn la vea.
Ese hombre es nada más y nada menos que Adam Carlsen, un joven profesor tan reputado por la calidad de su trabajo como por su imbecilidad. Así que Olive se queda de piedra cuando Carlsen accede a mantener su farsa en secreto y ser su novio falso. Sin embargo, después de que un importante congreso científico se convierta en un desastre y Adam vuelva a sorprenderla con su apoyo inquebrantable (y sus inquebrantables abdominales), su pequeño experimento se acerca peligrosamente al punto de combustión. Olive no tarda en descubrir que la única cosa más complicada que una hipótesis sobre el amor es analizar su propio corazón bajo el microscopio
La historia me ha parecido un poco predecible desde un inicio. Al leer la sinopsis ya sabes cómo va a terminar esta "relación falsa" entre los protagonistas, pero eso no hizo que dejara de disfrutarla. A veces no se trata de que la historia sea totalmente inesperada, sino de cómo se cuenta, y esta novela lo hace de una forma refrescante, romántica y graciosa, ideal para cuando estás en un bloqueo lector o simplemente necesitas algo ligero que te haga desconectar.
La lectura es fácil, ágil y amena; perfectamente se puede leer en una tarde con una copa de vino en la mano (lo digo por experiencia). La autora sabe cómo hacer que te rías, que te encariñes con los personajes y que sigas leyendo aunque ya tengas una idea clara de lo que va a pasar.
Los protagonistas son una belleza: Olive, con sus inseguridades, su lógica científica y esa torpeza entrañable; y Adam, ese profesor serio, reservado y con abdominales que merecen mención especial. Entre ellos se crea una dinámica muy divertida, con diálogos que te sacan una sonrisa e incluso alguna carcajada.
Sí, tiene sus cosas malas —como algunas escenas un poco forzadas o partes donde todo parece encajar demasiado bien—, pero sinceramente no vale la pena fijarse mucho en eso. Este libro es para disfrutarlo, no para diseccionarlo como si estuviéramos en un laboratorio. Lo importante es que te deja con una sensación cálida, como si acabaras de ver una comedia romántica de las buenas.
Y no puedo dejar de mencionar una de mis frases favoritas del libro:
“Empiezo a preguntarme si estar enamorada es esto: que no te importe hacerte pedazos para que la otra persona pueda permanecer entera.”
Una novela que no pretende ser más de lo que es: ligera, entretenida y con esa dosis justa de emoción que a veces necesitamos. Totalmente recomendada si quieres algo sencillo, con química entre personajes, y una historia que te hará sonreír.
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